El crimen organizado toma posiciones en el fraude telefónico

La tendencia a evaluar económicamente las pérdidas por fraude, nos puede hacer perder el foco de otras dimensiones del problema cuyo impacto es incluso más grave, pues afecta al derecho a la vida de las personas.

El precio de no combatirlo, puede ser irreparable. Al igual que ha sucedido con el tráfico de drogas, a medida que adquieren más recursos logran integrarse en estructuras de poder y reorganizar sociedades en narcoestados donde el crimen toma el control de la vida de las personas. 

El Spam y el fraude son algo más que una incómoda consecuencia de la democratización de las telecomunicaciones

En muchas ocasiones hemos retratado el fraude telefónico en términos de pérdidas económicas por pérdida de productividad; por suplantaciones que derivan en transferencias de dinero directo; por pérdida de eficacia del canal… Esto unido a la sofisticación de estos fraudes, cada vez más complejos, que hacen uso de las tecnologías más avanzadas (p.e. SMS blasters, interceptores IMSI en drones, criptomonedas para blanquear capital…), nos puede llevar a un retrato edulcorado del problema y pensar que estamos hablando de un crimen de guante blanco, realizado por genios tecnológicos que buscan un nuevo desafío, cuyas consecuencias se limitan pérdidas económicas para alguna de las partes. Si además una de esas partes, son grandes empresas, bancos o las propias empresas de telecomunicaciones, nuestra sensibilidad puede verse mermada pues vivimos rodeados de noticias sobre las ingentes cantidades de dinero que mueven estos sectores.

En cambio, cuando le ponemos nombres y apellidos de trabajadores, ancianos, menores… que caen en este tipo de fraude, rápidamente vemos otra dimensión del problema, la psicológica. Entendemos perfectamente las sensaciones de impotencia, miedo a volver a ser engañado, vergüenza por haber sido ingenuo o no haber extremado las precauciones, empatía por quien pierde su trabajo… Podemos vislumbrar las consecuencias en la vida de las personas que deben afrontar su futuro sin unos recursos económicos escasos, con sus planes de vida truncados o la ilusión de un amor que resultó ser una fantasía orquestada en la distancia por un hábil “príncipe azul” que nunca existió, o un secuestro exprés simulado de un familiar por el que das gracias a Dios que haya sido “solo” un engaño.

En estafas como la conocida “pig-butchering” (en español «sacrificar al cerdo») la víctima es tratada a través de perfiles falsos durante meses antes de sufrir el fraude definitivo, ganándose su confianza para que realice inversiones con su propio dinero o el de sus familiares hasta dejarlas literalmente sin nada. En muchos casos, quien comete el fraude también puede ser una víctima, retenida ilegalmente y obligada a trabajar a riesgo de perder su propia vida.  

¿Es mayor el daño económico o el sufrimiento psicológico? No te preocupes, no tienes que escoger, sufrirás ambos.

NADIE está a salvo

Si piensas que todavía no has sufrido algún tipo de fraude o intento, lo más probable es que no te hayas enterado, tal y como afirma Ignacio González (subdirector del NCC de INCIBE).

“En general, año tras año, los usuarios piensan que son menos atacados. Pero, sin embargo, la tendencia real es creciente.» 

Desde neurocientíficos, hasta agentes del FBI involucrados en la lucha contra el fraude han declarado haber sido víctimas de fraude. 

Mayores beneficios económicos y menor riesgo, atraen la atención de criminales procedentes del tráfico de armas, drogas o personas.

Aunque pueda existir disparidad de opiniones a la hora de ponderar la dimensión del fraude digital (considerando conjuntamente el fraude online y el telefónico) y que afirmaciones con cierto corte sensacionalista como que “cibercrimen supera en cifras al tráfico de armas, drogas y personas juntos” (Fuente Escudo Digital) puedan parecer exageradas o efectivamente sean difíciles de demostrar por muchos motivos, entre ellos la realidad de que una parte importante del fraude no se llega ni a denunciar.  Lo que nadie se atreverá a negar es que se trata de un problema de una dimensión más que relevante, rondando el 1,5% del PIB mundial. Como mínimo iguala en la actualidad al tráfico de drogas (0,6-0,9 % del PIB mundial), superando al tráfico de personas (0,2%), o al tráfico de armas (0,1% del PIB mundial).

Estamos hablando de entre 9,5 y 10,5 Billones de dólares a repartir entre todo tipo de criminales entre los que podemos diferenciar perfiles como:

  • Atacantes solitarios
  • El crimen organizado en el que se encuentran:
    • Organizaciones como DarkSide, Revil, Anonymous, etc.
    • Países, como Irán, Rusia, China o Corea del Norte, que buscan una ventaja militar, económica o política y, para ello, contratan a muchos de esos grupos del crimen organizado.
  • Insiders: empleados, clientes o proveedores cuyos ataques pueden ser intencionados o no.

Algunos datos apuntan a una masa laboral de más de 1.5 millones de trabajadores en la industria del fraude. (The Economist

El cibercrimen ya cuenta con sus propios “narcoestados”

Países como Filipinas, Camboya, Laos, Myanmar… son claros ejemplos de como las mafias, en este caso de origen chino, se integran en las estructuras de poder de estas regiones. Por ejemplo en Filipinas, una ciudadana china llamada Alice Guo se convirtió en alcaldesa de un pequeño pueblo en decadencia y construyó allí un complejo de estafas con unos 30 edificios que generaron unos 400 millones de dólares entre 2019 y 2024 (fuente The Economist) .

Según estimaciones del Instituto de la Paz de Estados Unidos, las estafas en red podrían generar el 40% del producto interno bruto de Camboya. Los esfuerzos de países vecinos como Corea del Sur se encuentran con un nivel de colaboración mínimo cuando intentan abordar los problemas derivados del fraude desde este país vecino que interpelan a sus propios ciudadanos.

La convergencia del crimen organizado

No se puede afirmar que exista un fenómeno de reemplazo, si no de agregación de actividades delictivas. Es decir, los criminales tradicionales ven en las telecomunicaciones nuevas oportunidades de negocio, con algunas ventajas evidentes con respecto al negocio del crimen tradicional:

  • Menor riesgo físico.
  • Mayor anonimato y alcance global.
  • Bajos costes de entrada y alta rentabilidad.
  • Escalabilidad mediante tecnología.
  • Penas menos severas (en algunas jurisdicciones, aunque en otras ya se han dictado sentencias de muerte por crímenes entre los que se cuentan el fraude telefónico).
  • Dificultades en la cooperación internacional para su investigación.

Los secuestros demuestran que ya es un delito de guante blanco

El aura de romanticismo del ciberdelincuente, como un hacker rebelde, independiente que se aprovecha de un sistema injusto en su propio beneficio, choca de frente con una realidad mucho más cruel y violenta. 

Corea del Sur y Camboya nos muestran una distópica mirada a un futuro en el que no se ha hecho lo suficiente. En el que un país tecnológicamente sofisticado, económicamente solvente y con una población formada se convierte en un recurso para una “cleptocracia” que ampara la operativa de peligrosos grupos criminales chinos, que se han instalado ahí tras ser expulsados de China o Taiwan por una mayor presión policial.

Decenas de coreanos son engañados mediante atractivas ofertas de empleo y recluidos en centros de detención clandestinos, donde son explotados para ejecutar fraudes de todo tipo aprovechando su conocimiento de idiomas o la posibilidad de gestionar cuentas bancarias totalmente online. También como mera moneda de cambio para cobrar un rescate. En el peor de los casos, algunas de estas víctimas encuentran la muerte bajo indescriptibles torturas. 

Occidente también está expuesto

Ya existe una basta documentación de casos de estafas en occidente perpetradas por grupos criminales. Por ejemplo, la Guardia Civil, con el apoyo de Europol, desmanteló en junio de 2025 una red criminal en España que había lavado 460 millones de euros en ganancias ilícitas obtenidas a través de estafas de inversión en criptomonedas (pig butchering) que afectaron a más de 5.000 víctimas en todo el mundo.

En Reino Unido, el suicidio de un hombre que perdió una importante parte e su pensión a costa de una estafa de inversión mediante criptomonedas, desveló una incómoda realidad, y es que las bandas criminales utilizan empresas fantasma registradas legalmente en el Reino Unido para dar una apariencia de legitimidad a sus operaciones y estafar a los ciudadanos.

El fraude en línea es una de las principales amenazas para la seguridad interna de la UE, según la Evaluación de la Amenaza de la Delincuencia Grave y Organizada (EU SOCTA) de Europol , publicada en marzo de 2025. El fraude en línea es una epidemia que afecta por igual a los ciudadanos, las empresas y las instituciones públicas de la UE. La magnitud, la variedad, la sofisticación y el alcance de las estafas en línea no tienen precedentes. Europol prevé que el fraude en línea supere a otros tipos de delincuencia grave y organizada, dado que se ve acelerado por la IA, que facilita la ingeniería social y el acceso a los datos.

El rol de la telefonía en este ecosistema de fraude

En fraudes del tipo “engordar al cerdo”, «fraude del CEO», «fraude romántico», «familiar en apuros», «sextorsión» u otro tipo de delitos como cyberbulling, grooming, spoofing … el teléfono es el principal recurso para la captación de las víctimas, a las cuales se las ha investigado a través de redes sociales u otras fuentes. La comunicación constante contribuye a generar el clima de confianza necesario para que la víctima baje la guardia, y se deje guiar a través de procesos de inversión, repletos de decisiones urgentes o incluso amenazas. 

El canal telefónico permite simultanear la escucha con otras tareas y eso lo convierte en un canal especialmente práctico a la hora de guiar a una víctima a través de un proceso como una transferencia de fondos.

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